La cultura actual tiende a “moralizar”, es decir, a darle una connotación negativa o positiva a los sentimientos propiciando con esto que algunos sentimientos se repriman por considerarlos “malos”.
Los niños deben aprender a expresar TODOS los sentimientos, pero además a hacerlo de forma adecuada. El catequista puede ayudarlos a caer en la cuenta de la forma cómo se pueden expresar sentimientos como el enojo, la impotencia, la impaciencia, el aburrimiento o la frustración.
Una experiencia común, sobre todo en los niños varones, es el considerar el llanto como una muestra de debilidad o de falta de hombría; este aprendizaje suele realizarse desde muy temprana edad a través de mensajes verbales o del ejemplo de sus hermanos que les dicen que “los hombres no lloran”. El catequista puede ayudar al niño a liberarse de estos mensajes que condicionan o bloquean su libertad y a reconciliarse con todos los sentimientos porque cada uno de ellos ha sido puesto en nuestro corazón por Dios que tanto nos ama.
MATERIAL DE APOYO:
- Caritas con distintas expresiones.
- Expresión de distintos sentimientos.
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